miércoles, 15 de julio de 2009

El síndrome del nido vacío


Vamos a abordar un problema que afecta especialmente a los padres que el motivo fundamental de su existencia ha sido que sus hijos se retiran de la familia buscando mejores perspectivas para poder subsistir.
El silencio aturde. Los padres que vemos como nuestros hijos se independizan o se alejan durante un tiempo del hogar, solemos sentir un inevitable vacío que nos pone en situación de melancolía e inseguridad…. ¿Como superar el síndrome del nido vacío?
En el momento de la emancipación, se da un cambio que muchos padres sentimos: se termina un rol. El rol de cocinar para ellos, de jugar con ellos todos los días, de despertarlos y recibirlos…. Algunas cosas cambian y no las asimilamos.
El hecho de extrañarlos y querer verlos más seguido es tan inevitable como normal. Pero eso no quita que la separación sea un proceso natural del crecimiento y maduración, producto de la buena educación, principios que los padres les brindamos a nuestros hijos, y que se debe tomar con paciencia y naturalidad.
Estamos hablando del síndrome del nido vacío, ese gris abismo de ausencias que se abre ante algunos padres (fundamentalmente, las madres) cuando los hijos abandonan el hogar en busca de la independencia y de forjarse su propia vida, normalmente creando a su vez una nueva familia lejos de la presencia de los padres, a veces demasiado absorbente y posesiva.
Esta marcha es Ley de vida, y todos, padres e hijos, sabemos que alguna vez ocurrirá. Pero ello no quita para que algunas madres hayan de recurrir a psicólogos para afrontar con alguna posibilidad de éxito de esa crisis emocional que las invade cuando el motivo esencial de sus vidas, los hijos y sus inacabables problemas, se alejan del hogar familiar, dejándolo huérfano de vivencias, de interés, de alicientes.
La cabeza principal el padre de la familia, ve con tristeza a su compañera abnegada cumpliendo con la función principal de madre en el hogar como es de Ley, pensando que hay demasiadas cosas que hacer como para pensar en una misma.
Y ahora, cuando el marido está jubilado, o casi cuando los hijos desaparecen llevándose a otro lado sus problemas (al menos los más cotidianos) y en consecuencia, emerge el tiempo libre e incluso llega a abundar en donde no se sabe utilizar sus horas de ocio, y lo que es peor, nada les agrada ni les motiva lo suficiente como para levantarse de la cama cada día con ilusión de sentirse importantes o lo que es casi lo mismo para ellas, ser útiles.
Una etapa nueva y muy especial para muchos padres, en la que en un principio se impone un sentimiento de extrañeza, vacío y soledad, que genera expresiones como “hay un silencio inhabitual”, “la casa está vacía”, o la más directa “falta algo”
Eso que falta, por supuesto, son los hijos. Han despegado, han delimitado su nuevo territorio, “han levantado el vuelo”.
En esa etapa del nido vacío o periodo de contracción, la familia se reduce y los padres volvemos a quedarnos solos, como hace ya muchos años empezamos, pero envueltos en una relación diferente: ni las experiencias vividas ni el tiempo pasan en balde.
Además, la salida de los hijos del hogar supone no sólo el reconocimiento (Ya no es un “niño-a”, “no es mi pequeño-a”), sino la asunción emocional de que los vástagos se han convertido en personas adultas y diferentes, que con su liberación rompen definitivamente el cordón umbilical, para ejercer su derecho y su deseo de vivir como seres autónomos.
Por eso con los buenos principios, enseñanzas, respeto a sus semejantes instruidos en el hogar, dejémoslos que vuelen y vuelen lo mas alto que puedan sin egoísmos, pero con sabiduría y la bendición de Dios nuestro Señor.
Roberto Fleischer Haro egresado de la IV generación de la Escuela de Policía. Registro Nacional de Seguridad FEHR440205H26223583 e. mail rfleischer_44@hotmail.com
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