jueves, 9 de julio de 2009

Bomba de tiempo, el hacinamiento en cárceles


No hay una infraestructura adecuada para tener reos peligrosos y solo se tienen recluidos a internos de baja y mediana peligrosidad, que son considerados como una “bomba de tiempo” que en cualquier momento puede explotar.
Se reconoce que no hay una infraestructura adecuada por lo que en algunos casos se trasladan a Ceferesos de máxima seguridad de otros Estados, a los que así lo requieran.
La situación en el país es bastante compleja y difícil en cuanto al área penitenciara y aún más cuando se están incrementando los índices delictivos.
En los Centros de Readaptación Social en el Estado de Sonora, la población carcelaria está creciendo aún más en materia federal debido a los delitos que son relacionados con la delincuencia organizada.
A las autoridades les ha sido difícil hacer cambios en materia penitenciaria y es que, debido al alto índice de criminalidad también para menores infractores, se ha registrado un incremento en cuanto a los ingresos de estos jóvenes.
La mayoría de los CERESOS se encuentran sobre poblados, las celdas y dormitorios son insuficientes para recluir a los penados.
No se han registrado amotinamientos como ha ocurrido en reclusorios de otros Estados del país, sin embargo no hay que cantar victoria porque los centros de readaptación social son bombas de tiempo que en cualquier momento pueden explotar.
Para evitar que esto se registre, afortunadamente se cuentan con un sistema de prevención para desarticular cualquier grupo de poder que pretenda formar al interior del penal algún amotinamiento.
Siguiendo e investigando detenidamente la historia de las cárceles se pudo constatar qué: En la Grecia antigua la cárcel fue un medio retentivo de deudores hasta que estos pagaran sus culpas, así custodiaban a los mismos para evitar fugas.
Platón no escapó a la preocupación por este ancestral tema, proponía tres tipos de cárceles: una, en la plaza del mercado que servía de tal custodia; otra, denominada Sofanisterion, ubicada dentro de la ciudad que servía de corrección; y, una tercera destinada al suplicio con el fin de amedrentamiento, normalmente situada en parajes desérticos, inhóspitos, sombríos alejados de la ciudad.
La vieja Roma también se inscribió a favor del aseguramiento preventivo, nunca a favor del suplicio, bien lo relata Ulpiano cuando escribe que la cárcel debe servir no para el castigo de los hombres sino para su guarda temporal.
El aporte de la urbs Romana (vida y costumbre de los romanos) está desde ese lejano ayer muy cerca de las más avanzadas teorías penitenciarias de mayor aceptación en nuestros días, basta recordar de cara al pasado itálico cuando el acucioso emperador Alejandro Severo introduce tres modelos en el perímetro carcelario: “Cárcel Tuliana”, “Cárcel Claudiana” y “Cárcel Mamertita”, todas ellas públicas.
Aún cuando existieron a la época cárceles privadas destinadas al castigo de esclavos desobedientes acometedores de específicos hechos delictivos. A estas últimas se les denominaban Ergástulo, teniendo la señal común de estar radicadas en la misma casa del dueño.
Incluso operó en ese ayer una tercera modalidad, que en la actualidad llamaríamos “cárcel por deudas”, en las cuales el abandono de las mismas suponía la total cancelación de la deuda, por si o por interpuesta persona.
Entonces, no caigamos en el tropicalísimo de aquel país largo y angosto que verifica como elemento novedoso las cárceles privadas en modelo de concesión, ni tampoco la mera custodia como variable preventiva.
Es que en aquel primer trozo del historial penitenciario y con mucha fuerza hasta el derecho Justiniano no se aceptaba la cárcel como lugar de cumplimiento de penas, intramuros, como sucede todavía erradamente, en parte, entre nosotros.
Por cierto, en aquella otra época pretérita no hubo hacinamientos ni promiscuidades.
Roberto Fleischer Haro egresado de la IV generación de la Escuela de Policía. Registro Nacional de Seguridad Pública FEHR440205H26223583 e. Mail rfleischer_44@hotmail.com
ROBERTO FLEISCHER HARO © 2008 Template by:
SkinCorner